viernes, 9 de septiembre de 2011

susurros de los olivos de japón

Zorras de marfil colgaban de aquellas fuertes cuerdas irlandesas que tendidas por la presión solían cantar ballet.
El señor Papagalufato llegó del trabajo y se quedo 3 segundos contemplándolas. Eso sí que era arte y no lo que hacía su panadero con la lengua y 300 agujas ardiendo.
Entró en casa y abrió el microondas , se desnudó y colocó su ropa cuidadosamente dentro , intentando no molestar al unicornio que vivía dentro. Abrió el frigorífico y sacó una barrita pescanova : en su estado natural era un manjar pero congeladas eran una arma mortal . Arrojó aquella poderosa arma sobre los delfines de la encimera y...los mató. ¡Qué bien! ya podría usarlos como escobilla .
Ahora tocaba desconectar... Si por fin podría admirar su estatua de Mario Vaquerizo , tamaño real , con su pelo sedoso y su cara expresiva pidiendo cerveza. ¿Quieres cerveza? le susurró al oído y todo seguido... ¡Bum! le reventó una botella de alquitrán semicurado en la cabeza. Lo siento Mario , no tenía cerveza jejejejejeje. ¿Quieres Pesi?

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