miércoles, 31 de agosto de 2011

Garfield , televisión de pago y jamón de caracolas.

30 elefantes africanos de todos los colores yacían en el centro de la sala formando un cuadrado perfecto. En el centro del cuadrado , quieto , unánime y decidido se amancebaba un radiador. ¡Pero no era un radiador cualquiera! Era un radiador rosa con topos de color negro. Se notaba que era un radiador joven , por su inequívoca inexperiencia sobre que hacer en estos casos. El joven radiador estaba cabalgado por un enanito del bosque. Por supuesto no era un enanito del bosque común ( enanyüs cómunius ) era un enanito del bosque que sostenía en la mano izquierda una antorcha , y en la mano derecha sostenía... vapor.
Parecía un suceso digno de ser trazado en un bello cuadro pero... no. El pintor yacía en una esquina de la sala  durmiendo. Se había dormido. Parecía tener un sueño placentero , suave , agraciado y sereno. Bueno , visto de cerca , quizá no. Estaba muerto.
Chirriaron las puertas y entró en la sala un joven. El enanito del bosque le lanzó una mirada vejatoria , con un punto grosera. El joven se dirigió al final de la sala , donde reposaban sentados en sillas de marfil 4 hombres: un hombre calvo , un hombre con poco pelo , un hombre con una melena rubia impresionante ( suave , sedosa , irresistible , era un pelo pantene ) y Batman.
El joven hizo una reverencia y se dirigió a ellos : ¿Qué hora es mis majestades?
Un murmullo abrasó aquella sala casi vacía. El joven se estremeció y a la vez tragó saliva.
Batman se levantó y hizo un gesto que recordará con espanto la historia: Le lanzó una cuchara de té a la cabeza. Acto seguido , los 3 hombres restantes hicieron lo mismo . Y empezaron a lanzar le sacos y sacos de cucharas de té a la cabeza de aquel pobre muchacho.
Tres horas mas tarde Batman hizo un gesto de que cesaran de arrojar aquel valioso material. El chico estaba llorando. Llorando de alegría.
¡Gracias feligreses!- Dijo el joven , y se fue de la sala.

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